HOSPITAL

 Mis días en el hospital.

Después de llorar en una banqueta a las afueras de un hospital, en algún lugar a kilómetros de mi hogar, y digo kilómetros, pero son horas en transporte público, alcé la mirada, era en plena tarde, un calor infernal, sentía que las lagrimas que terminaban, a lado mi padre, al que había visto horas antes, destrozado por las noticias que los médicos habían dictado, solo era esperar un milagro, mis platicas con Dios lo fueron todo, termino y miro que estás ahí, te digo más de diez palabras, mendigando amor no para mí, claro, para ella.

No sé si el amor se puede medir, o contar, William dijo, - miserable es el amor que puede contarse.

Duermo un rato, y escucho platicas al fondo, brinco de un susto, me adentro y la veo mientras camino por el pasillo, debo admitir que me gustó, había rincones en ese hospital que se sentían tan bien, esa soledad que todos deseamos tener, y odié los pasillos, largos, sin terminar, el blanco obstruía mis pensamientos, la falta de aire muy a menudo.

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